Miguel Quintanilla Ávila
Henry D. Thoreau, el autor de Walden, manifestó en su Diario su desprecio por lo extraordinario y su amor por lo ordinario, por la vida sencilla, incluso la vida oscura y vulgar; eso sí, siempre y cuando le fuera concedida la percepción poética. En la vida ordinaria, la creatividad significa convertir cada experiencia en algo excelso para el espíritu. La Pirámide de Cristal es eso, una experiencia vital convertida en poesía. Poemas escritos, a veces, con un tono triste y melancólico, con un toque irónico y burlón, otras, y tampoco falta cierto aire surrealista en algunos poemas. Cantos al amor, a la amistad, a los sueños, a los deseos, al silencio. Una búsqueda incesante de lo extraordinario oculto en la vida normal y corriente.