HAN Wild
La maldad, perversidad y nefasta mentalidad de los políticos en el mundo, y en particular en México, ha dado lugar a un sistema dominado por el abuso del poder. Un poder mal habido, mal ejercido y peor aún, degradado por la ambición personal. Desde la silla presidencial, pasando por gobernaturas, alcaldías y cualquier otro cargo público, los políticos se presentan como 'servidores del pueblo', cuando en realidad actúan como dueños del país, ignorando que el poder les fue conferido para servir, no para servirse. Con cinismo violan la Constitución y el orden jurídico, faltando a su juramento de guardar y hacer guardar la ley. Así, han creado un clima generalizado de inseguridad, polarización, crisis económica y pérdida de la confianza ciudadana. La legalidad se debilita, el sistema jurídico es ignorado o manipulado, y la consecuencia es devastadora: se consolida un modelo corrupto, donde quienes delinquen no enfrentan consecuencias, y donde el pueblo paga el precio de la traición política. Hoy, lo que impera en México son dos males estructurales: LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD.