Carlos Andrés Basualdo Gómez
Las historias que nos gustan hablan inevitablemente de nosotros. Asà se trate de un caballero andante del siglo XVI, de una joven rebelde de la Grecia clásica o de un gaucho pampeano que sabe más de caballos que de leer. Todas esas obras se volvieron clásicas porque, aunque hablen de personas muy distantes en el tiempo, el espacio o la cultura nos dicen cosas que aún nos importan, o que a veces incluso nos permiten descubrir algo nuevo acerca de nosotros.No obstante, las obras clásicas son también esos libros que todos veneran pero nadie lee. En especial los y las jóvenes, que no tienen seis meses para leer Crimen y castigo porque están muy ocupados viendo videos de treinta segundos. Y tienen motivos: los libros clásicos hablan en un lenguaje anticuado, y parece que esas historias no tuvieran nada que ver con ellos.Es aquà donde la narración oral puede ser un puente hacia la lectura. Y por eso ofrecemos estas siete obras clásicas adaptadas a un formato de cuentacuentos, pensadas para jóvenes. Intentamos mostrar qué tienen para decirles hoy Romeo y Julieta, Orgullo y prejuicio, Don Quijote, AntÃgona, MartÃn Fierro, Los diarios de Adán y Eva o Crimen y castigo.Un libro útil para narradores orales, profesores de teatro o cuentacuentos, agentes culturales comunitarios, público interesado en la cultura clásica y (¡ojalá, ojalá!) también para la gente joven, para que descubran por qué Don Quijote, en el fondo, se parece a ellos. 10